martes, 24 de abril de 2018

Con Luis Alberto de Cuenca en Poesía Viva, 23 abril 2018

Fotos: CARLOS G. NAVARRO
Elegante,educado, afectuoso y sabio, Luis Alberto de Cuenca vino a leernos poemas de su libro Bloc de otoño, que acaba de imprimirse y que llegó in extremis para la ocasión, con la tinta todavía húmeda. Procedimos a abrir el paquete con una llave, como se abren los arcones antiguos, como se abren muchos poemas del propio Luis Alberto, que se va dejando claves escondidas, citas, personajes, sombras, sueños, en todo lo que escribe: "Yo soy como ese personaje de Giuseppe Arcimboldo cuya cara está construida con libros".

De derecha a izquierda, Javier Lorenzo Candel, Luis Alberto de Cuenca y el que escribe estas palabras
Buen día el día del Libro para acoger a Luis Alberto, para ponerlo a leer sus poemas. Primero los que ya conocemos, sus clásicos, La Malcasada, Mi monstruo favorito, El desayuno... Y luego por fin los del libro que habíamos desprecintado con la llave del coche por pura ansiedad, por las prisas de pasar sus páginas y por la falta de una navaja, instrumento que en Albacete siempre tuvieron a mano nuestros mayores, a los que estamos traicionando cada día.

Luis Alberto de Cuenca es un libro abierto él mismo, un libro con el que se puede hablar de todo: no hay escritor cuyo nombre salga a colación que no sea amigo o buen conocido, no hay tema que le sea ajeno, ni por supuesto el fútbol. Aunque nadie es perfecto: Luis Alberto es del Real Madrid.

Antes de la lectura, para hacer tiempo, recorrimos los puestos de la Feria del Libro de Ocasión, en el Paseo de la Libertad, y sobre la marcha nuestro invitado iba reconociendo y recitando autores y títulos de cómics, de folletos, de viejos volúmenes, referencias que llevaban unas a otras, hasta que se detuvo un poco más y adquirió un ejemplar de Wodehouse que reservó en la bolsa para devorarlo en el tren en el viaje de vuelta.

Lo único que nos entristeció en su visita no fue por voluntad suya ni nuestra: teníamos concertado con Cultural Albacete que Luis Alberto leería en el escenario de la sala principal, como los poetas que le han precedido. Sin embargo, por algún desajuste organizativo, otro evento nos arrebató la sala y hubo que celebrar la lectura en el Teatrillo del sótano, un sitio encantador, con cierto sabor neoclásico, pero con el problema de que no caben más que setenta personas. Por lo menos otras setenta se quedaron con las ganas de oír leer y hablar a Luis Alberto. Una contrariedad terrible, un despilfarro de sabiduría.



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Estos artículos se han publicado los domingos en la página 2 del diario La Tribuna de Albacete